Sombras del mal: El vampiro de Hannover de la Alemania pre-Nazi

Un brutal asesino se valió de la crisis económica de la época para asesinar a decenas de jóvenes

En nuestro viaje por lo más oscuro de la psiquis humana hemos recorrido espacio y tiempo para conocer asesinos seriales en muchos países y de varias épocas. Hemos visto cómo estos criminales no se circunscriben a una región o a una época determinada, sino que desde siempre nos han acompañado con sus monstruosas hazañas.

En esta oportunidad nos trasladaremos hasta ese extraño espacio geográfico y político que durante unos años existió en la actual Alemania, la República de Weimar. Un régimen que se mantuvo tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, un régimen que vivió una de las más grandes crisis económicas conocidas y que condujo al ascenso al poder de Adolf Hitler.

En esa complicada realidad vivió Fritz Haarmann, quien sería conocido como “el Vampiro de Hannover», un asesino en serie alemán que sembró de muerte la década de los años 20, cuando asesinó al menos a 27 jóvenes y adolescentes.

Fritz Haarmann nació en Hannover en 1879 y creció en una familia disfuncional con padres alcohólicos. Fue atacado por su papá por sus modos afeminados, y sobreprotegido por su madre, quien lo trataba como una hija. 

De joven fue arrestado por delitos menores y, tras denuncias de abusos contra niños y adolescentes, fue encarcelado. Exámenes psiquiátricos detectaron que era un peligro y terminó en un manicomio, pero escapó con la ayuda de su madre. Luego vivió una vida tranquila, se casó y tuvo un hijo. 

En 1918, en medio de la brutal crisis económica y con 40 años encima, Haarmann comenzó a visitar la estación de buses donde se agrupaban los desempleados. 

Con una tentadora oferta: Trabajo, casa y comida, reclutaba a jóvenes a quienes llevaba a una casa en un barrio pobre de Hannover. Allí, según su propia confesión, abusó sexualmente, torturó y asesinó al menos a 27 víctimas. Era tan salvaje en sus ataques que su método favorito era seccionarles la carótida y la tráquea… de un mordisco.

Luego, deshuesaba los cadáveres y vendía la carne a sus vecinos. Arrojaba los huesos al río Leine, zona donde era conocido como El Carnicero. Sus vecinos creían que comían carne de cochino o de caballo. En realidad devoraban las evidencias de sus asesinatos.

En mayo de 1924, unos niños encontraron una calavera en el río y las autoridades lo dragaron, encontrando restos de decenas de cuerpos. El 22 de junio de ese mismo año El Carnicero fue detenido.

Haarmann confesó los crímenes y dio detalles escalofriantes. De allí salió su apodo de “el Vampiro”. Fue condenado a muerte. Se retractó de la confesión -dijo que había sido torturado-. También se cuestionaron las pruebas utilizadas para condenarlo, pero de nada sirvieron esos alegatos. Al menos no para él.

Haarmann fue ejecutado por decapitación en 1925. Su cabeza posteriormente fue usada para estudiar su cerebro y hacer análisis científicos sobre el crimen. Pero no se encontró nada más allá de lo que se conocía años atrás: Era un enfermo mental incurable y peligroso.

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