Sombras del mal: La Niñera Asesina vivió en Dinamarca

La más importante serial killer danesa mató entre nueve y 25 niños que había adoptado

Los asesinos en serie son ese tipo de criaturas que hacen que la sociedad voltee a cuestionarse sobre sus fallos, que por lo general terminan descubriéndose brutales errores y omisiones que finalmente permitieron las barbaridades cometidas. Esta es una de esas historias.

En esta oportunidad viajaremos al viejo continente, que a inicios del siglo XX era una tierra devastada por la Primera Guerra Mundial. No obstante, una de las naciones que no resultó afectada por el conflicto fue Dinamarca, gracias a una exitosa política de neutralidad implementada por sus autoridades. 

Y aunque la violencia bélica no se ensañó contra esa nación, otros monstruos sí se escondieron y actuaron. Uno de ellos fue Dagmar Johanne Amalie Overbye, una asesina serial implicada en la desaparición y asesinato de entre nueve y 25 niños, entre ellos su propio hijo, entre 1913 y 1920.

Esta mujer nació el 23 de abril de 1883 en Assendrup. De su infancia se conoce poco, salvo que fue una niña rebelde y que a los 12 años escapó de su casa para vivir en las calles hasta que fue detenida por un robo y devuelta a su domicilio. Luego quedó embarazada y su bebé murió bajo su cuidado. 

Más tarde comenzó a trabajar en un restaurante y nuevamente quedó embarazada, conservó su bebé y lo llamó Paul. A partir de ese momento comenzó a trabajar cuidando los niños de otras mujeres, madres solteras como ella, o hijos de relaciones extraconyugales.

Muchas veces los niños eran dejados por largos períodos bajo su cuidado y fue durante esa época cuando cometió los crímenes. Una de sus primeras víctimas fue el pequeño Paul.

Después se aprovechó de que en esos tiempos las adopciones de niños se realizaban por acuerdos entre padres biológicos, quienes tenían que dar una suma de dinero para la manutención, y padres adoptivos. Así que comenzó a adoptar y “cuidar” pequeños, que misteriosamente desaparecían.

Sin embargo, la realidad era mucho más oscura. Tras cuadrar la adopción y recibir una cantidad de dinero por el pequeño, Dagmar lo estrangulaba y, luego de asesinarlo, lo quemaba en la chimenea o escondía el cuerpo.

Así siguió por unos siete años hasta que, en 1920, Karoline Aagessen se arrepintió de dar su hijo en adopción y fue a buscarlo; pero el ver que el bebé no aparecía llamó a la policía. Tras una búsqueda por toda la casa, las autoridades encontraron en la chimenea un montón negruzco de huesos. Era el hijo de Aagessen, a quien Dagmar había asesinado la noche anterior.

En el juicio, su abogado defensor trató de convencer a los jueces de la inocencia de Dagmar diciendo que había sido abusada de niña y por eso aparecieron los ataques. Pero los jueces no mordieron el anzuelo sentimental y la condenaron a muerte por nueve asesinatos, aunque ella confesó 16.

Dagmar no cumplió la condena a muerte. A pesar de los atroces crímenes fue sentenciada a cadena perpetua. Murió en prisión el 6 de mayo de 1929.

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