Sombras del mal: El Terror de Maranhão

La falta de atención de las autoridades permitió que actuara por más de una década

Una de las características de los asesinos en serie es que son depredadores que saben leer a las personas, saben escoger a sus víctimas. Estas por lo general son personas vulnerables que pueden ser engañadas y dominadas fácilmente. El asesino evitará cualquier riesgo o peligro, pero cuando las tienen en la mira, es cuestión de tiempo para que lleven a cabo sus oscuros propósitos.

Hoy conoceremos la historia de Francisco das Chagas Rodrigues de Brito, un garimpeiro y mecánico de bicicletas, quien durante un período de diez años atacó a una población sumamente susceptible: niños pobres y de piel morena o negra, residenciados en el estado de Maranhão, en Brasil.

El caso se mantuvo oculto y sin solución durante años, por lo que la desaparición y asesinato de niños fue denunciada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esa denuncia activó las investigaciones, aunque tardaron dos años más en detenerlo.

El informal minero y mecánico nació el año 1964 en la población de Caxias, en el seno de una familia pobre de ese mismo estado. De su infancia y adolescencia se conoce muy poco, se sabe que se casó, que tuvo dos hijas y que se divorció.

Durante casi diez años, Francisco das Chagas, quien aparentaba ser un buen vecino y amigo, persiguió, abusó, castró y asesinó decenas de niños, a quienes ofrecía comida y trabajo y luego los atacaba brutalmente. Permanecía con los cadáveres de los que abusaba, hasta que decidía mutilarlos y enterrarlos, o abandonarlos en zonas boscosas.

Es considerado uno de los más prolíficos asesinos seriales de Brasil, con una cifra estimada de 42 víctimas, muchas de las cuales datarían de su etapa de garimpeiro. Sin embargo, se desconoce la cifra exacta.

Como se dijo, el caso de los niños asesinados se mantuvo sin solución por años. Más de una década de violencia aberrada no fue investigada por las autoridades debido a la pobreza de las víctimas.

A pesar de la desidia policial, el año 2004 se rompió la impunidad cuando fue asesinado el niño Jonathan dos Santos, quien antes de desaparecer, dijo a sus familiares que iría a la casa del “mecánico”.

Con la denuncia y la presión de la comunidad, la policía se vio obligada a actuar y el sospechoso fue detenido, aunque con protestas de la comunidad que lo creía una buena persona. Pero cuando ahondaron las investigaciones, se pudo unir a Francisco das Chagas con una serie de desapariciones y asesinatos que se remontaban a 1991.

Tras un polémico juicio, Francisco das Chagas fue condenado por la violación, asesinato, mutilación y emasculación de 28 niños. En total le impusieron una condena de 580 años de prisión, la máxima condena. Los familiares esperan que haya justicia y que el Estado sea condenado por la indolencia en el asesinato de al menos cuatro decenas de niños “pretos”.

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