La extorsión: cuando quienes deberían protegernos nos atacan

La corrupción policial se ha convertido en un mal endémico en nuestro país, la denuncia es una de las herramientas que tenemos para combatirlo

Semanas atrás, Pedro Martínez (nombre ficticio para proteger la identidad del denunciante) viajaba en su camioneta por la autopista Gran Cacique Guaicaipuro, se dirigía a su trabajo en el centro de la ciudad. 

Su camioneta tenía varios días con problemas mecánicos, una falla en la bomba de combustible hacía que cuando se calentaba, el carro se apagara.

Ya conocía la falla y cuando se presentó, Pedro prefirió dirigirse a Sabana Grande para no quedarse accidentado en la autopista. Condujo hasta la avenida Casanova, donde creyó, ilusamente, que estaría más seguro.

Se detuvo cerca del Centro Comercial El Recreo, en un concurrido café, y apagó la camioneta. En ese momento sintió unos golpes en la ventana del pasajero, una muchacha, casi niña, de 14 o 15 años, aprovechó que los seguros se habían abierto y se montó en la camioneta. “Me persiguen”, dijo.

De pronto otro golpe en la ventana a su lado. Sin haber salido de la sorpresa inicial, volteó a ver quién tocaba. Eran unos policías. Le dijeron que estaba detenido, “por tener sexo con una menor”, cuando se volteó, la adolescente estaba semidesnuda, se había bajado la camisa.

“Estás detenido”. Los oficiales lo bajaron del carro, le quitaron el teléfono, cédula, y otros documentos. Lo llevaron a su comando ubicado en la avenida Francisco Solano. 

En el camino sembraron la semilla del psicoterror. Le dijeron que iría preso por abuso sexual contra una menor, que él sabía lo que vendría, el famoso código de los presos contra los abusadores de niños.

Pedro trató de explicar lo ocurrido, y los funcionarios le sueltan que para salir del problema, tendría que pagar cinco mil dólares. Alegó que no tenía tanto dinero encima, que tendría que buscarlo. 

Los policías le dicen que los acompañe a otro lugar, salen en una moto y Pedro va en su camioneta. En un descuido de los policías los evade y se va a su casa a buscar a su esposa, luego se dirigió al Cicpc a denunciar la extorsión que había sufrido. 

“Yo recomiendo grabar de manera vedada a los funcionarios, hacer una llamada por WhatsApp a un familiar y decirle que se encuentra en una alcabala, así a la vez que evita roces con los funcionarios, garantizará su propia seguridad”

Comisario Luis Godoy
Ex jefe de Homicidios del Cicpc

En el Cicpc le informan que hay varias denuncias similares en la misma zona. Sin embargo, no se sabe cuándo se pondrá punto final a esa banda de policías extorsionadores.

Luego de una semana de estos hechos, Pedro teme por su vida y la de su familia. Los extorsionadores no han sido detenidos, y ellos tienen su cédula de identidad, licencia, teléfono, y documentos del carro.

Entendiendo la extorsión

Para entender la gravedad de esto, debemos definir qué es la extorsión. Según la legislación venezolana, la extorsión consiste en obligar a alguien bajo amenaza, engaño o alarma a realizar acciones u omisiones que puedan causar daños a su patrimonio o al de terceros con el objetivo de obtener beneficios. La extorsión es castigada con de 10 a 15 años de prisión. 

El “lado oscuro” del poder

De acuerdo a quién la comete podríamos dividir la extorsión en dos tipos. La primera por delincuentes comunes. Pero tenemos la otra extorsión: La ejercida por aquellos en quienes deberíamos confiar, autoridades que deberían ser una tabla de salvación para el ciudadano, pero que se pasaron al lado oscuro. 

“Hablamos de policías, militares, trabajadores o directivos de organismos públicos, fiscales, inspectores, registradores, jueces. Funcionarios que usan el poder que les fue conferido para amenazar a sus víctimas, a cambio de dinero. Crean una distorsión en lo que es el papel del Estado”, señala el comisario Luis Godoy, exjefe de Homicidios del Cicpc.

Por su parte, el criminólogo y profesor universitario Luis Izquiel señala que la extorsión por funcionarios de los cuerpos de seguridad “se ha convertido en un problema habitual en Venezuela”. 

“Es un fenómeno que se da en alcabalas o puntos de control donde funcionarios corruptos exigen dinero a cambio de no retener vehículo o mercancías a conductores ante la falta de cualquier permiso o papel”, agrega Izquiel. 

Además, existen denuncias de personas que fueron detenidas por la presunta comisión de hechos punibles, pero en realidad se trataba de montajes conocidos como “siembras”, usados para presionar a los familiares de los “detenidos” a pagar importantes cantidades a cambio de su libertad. 

“Ese mal comportamiento policial se ha traducido en la gran desconfianza que sienten los venezolanos hacia los organismos de seguridad a los que, en vez de respetar, temen”

Luis Izquiel
Criminólogo y docente universitario

Ese comportamiento policial terminó traduciéndose en desconfianza e inseguridad que sienten los venezolanos hacia los cuerpos de seguridad a los que, en vez de respetar, terminan temiendo.

El papel de la denuncia

No podemos negar que hay una lucha oficial contra la extorsión, sea contra delincuentes, como contra funcionarios corruptos, pero el mal se expande como una plaga.

Muestra de ello es que la web de análisis criminal Insight Crime calculó que más del 10% de los casos de extorsión y secuestro en Venezuela involucraban a funcionarios policiales o militares. Según cifras de la Fiscalía del año 2019, de casi cinco mil 200 casos investigados ese año, 559 implicaban a oficiales.

Es allí donde entra el poder de la denuncia como herramienta para combatir este delito. “En la medida en que hay más denuncias y hay más detenidos, se restablecen los límites. Sin denuncias, la impunidad se multiplica”, señala Izquiel.

El comisario Godoy respalda el valor de la denuncia, y agrega que “hoy tenemos herramientas tecnológicas que facilitan la recopilación de evidencias y abortan los intentos de extorsión”. 

“Si lo detienen en una alcabala, recomiendo que grabe a los funcionarios, llame a un familiar por WhatsApp y dígale que está detenido, pídale que escuche y esté atento, así mientras no grabe directamente a los oficiales, evitará roces con ellos, a la vez que garantizará su seguridad”. 

“Pero si el funcionario se va a meter en su carro o casa, entonces infórmele que lo va a grabar, será más seguro para usted y evitará que le siembren algo”, concluyó. 

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