La muerte de alias “Carlos Capa”, el punto final a una historia de crimen

Luego de más de una década de vida delictiva, el pasado 7 de marzo comisiones policiales dieron con el líder de una de las bandas más temibles del país

El pasado jueves 7 de marzo, una operación policial largamente planificada finalmente rendía frutos: Uno de los delincuentes más buscados del país, Deiber Johan González, alias “Carlos Capa”, caía muerto luego de un enfrentamiento con fuerzas policiales. Ocho disparos fueron el punto final de quien durante años ocupó uno de los primeros lugares en el ranking del hampa venezolana.

Una historia repleta de muerte

Era 2015 cuando la banda de Deiber Johan González, alias “Carlos Capa”, se formó en los alrededores de la calurosa población de San Francisco de Yare, en los Valles del Tuy.

La historia de Carlos Capa podría ser la misma de cientos de jóvenes, casi niños, quienes atraídos por una hipnótica riqueza y libertad, rompieron tabúes, quemaron lazos sociales y quebraron las barreras de la ley y la moral.

Esos jóvenes usaron a su favor la ambigüedad de políticas que se implementaron en Venezuela en materia de seguridad ciudadana, como las Zonas de Paz.

Así, en medio de una creciente crisis penitenciaria, se creó una distorsión que dio libertad de movimiento y de acción a bandas criminales que se consolidaron como fuerzas coercitivas brutales.

Luego, gracias a filtraciones y pitazos, sobrevivieron a decenas de operativos organiados para capturarlos, como las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), implementadas entre 2015 y 2017, operativos de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y la Operación Trueno del año 2022, entre otras.

“¿Cómo se atacará el problema de la inseguridad en la deprimida cuenca del río Tuy donde pululan los delincuentes?. Desde los históricos Orejones de Ocumare hasta la banda de Carlos Capa, cada poblado tiene una y muchas son extremadamente violentas”

Luis Izquiel
Docente universitario y criminólogo

Deiber Johan González parecía intocable, aunque a veces eliminaban a algunos de sus secuaces, parecía que siempre estaba varios pasos delante de la ley.

Impunidad montañosa

Al igual que muchas bandas que operan en el interior del país, el éxito de Carlos Capa se basó fundamentalmente en cuatro aspectos: la brutalidad de sus acciones, un gran conocimiento geográfico de sus zonas de influencia, contar con un suministro casi ilimitado de armas y contactos con autoridades corruptas.

Esta estrategia ha sido utilizada desde los tiempos de Robin Hood, quien se escondía en los bosques de Sherwood, Inglaterra. En nuestro país El Picure lo hacía en los matorrales de Guárico, Maloni en Guatopo, Eduardo Delicias en Barlovento. El Juvenal al sur de Aragua, Carlos Conejo entre Miranda y Aragua y El Cagón en las montañas de Trujillo: todos por un tiempo burlaron el brazo de la justicia, escondiéndose en los “cambuches”.

Corrupción inteligente

La corrupción le permitió a las bandas infiltrar cuerpos de seguridad y reunir “inteligencia”. Una de las bandas que mejor usó esa estrategia fue la de Carlos Capa. Muestra de ello es que, en septiembre de 2022, la directora de la Policía Municipal de Yare, Patricia Eliana Rodríguez López, fue detenida por su vinculación con esa banda, así como el jefe de operaciones de otra policía tuyera.

Una operación secreta

Por ello fue planeada en secreto la operación que dio con el paradero de Carlos Capa. El Ministerio de Interior, Justicia y Paz se encargó de ello, con inteligencia obtenida de civiles cooperantes y policías.

La Policía de Miranda, el Cicpc, el Sebin y la Guardia Nacional Bolivariana tenían en la mira al grupo criminal. El cerco se estrechaba cada vez más. Les era difícil movilizarse y el anuncio de la recompensa de más de 100 mil dólares por su captura complicó más el panorama.

Para evitar ser visto, Carlos Capa usaba contactos que le proveían alimentos y bebidas. La policía sabía de un grupo de mujeres que llevaba alimentos a los campamentos. Solo era cuestión de esperar.

De pronto, la luz verde. Un grupo élite recibió las coordenadas e inició la cacería. Los funcionarios caminaron por más de cuatro horas hasta un rancho aparentemente abandonado, sabían que sería visitado por Carlos Capa.

“Hay mucho trabajo por hacer. Atacar a las grandes bandas: el Tren de Aragua; el Tren del Llano y el Tren de Guayana, Las Tres R, El Cagón, Los Meleán y El Conas, Wilexis, Santanita y las disidencias de las FARC y el ELN, entre otras”

Luis Izquiel
Docente universitario y criminólogo

El grupo delictivo llegó, tal como se esperaba, y al ver la presencia policial, se enfrentaron, el tiroteo terminó con la muerte de Carlos Capa y dos de sus acompañantes, los demás lograron huir.

La leyenda llega a su final

Con la muerte de Deiber Johan González, llegó el punto y final de una página de la historia negra de Venezuela. Pero no es el final de la delincuencia en los Valles del Tuy, región del estado Miranda conocida por sus altos índices de inseguridad.

La deprimida cuenca del río Tuy es azotada por bandas criminales que pululan. Desde los históricos Orejones de Ocumare hasta la banda de Carlos Capa, cada poblado tiene una, y muchas son extremadamente violentas, ¿cómo se atacará el problema de la inseguridad en esa golpeada región?

Queda mucho por andar

Al respecto, el criminólogo y docente universitario Luis Izquiel señala que “murió uno de los delincuentes más temibles del país, pero debemos saber si habrá continuidad en esa operación para desarticular totalmente esa banda que acumula decenas de muertes”.

“No podemos negar que un importante número de organizaciones criminales han sido duramente golpeadas por la policía, y esperamos que eso se repita contra otras que operan impunemente”, indica Izquiel.

“En materia de seguridad hay mucho trabajo por hacer, hay que atacar al Tren de Aragua, cuyos líderes están libres, el Tren del Llano y el Tren de Guayana, el Sindicato Minero, Las Tres R y otras bandas que operan en el estado Bolívar; El Cagón en Trujillo, Los Meleán y El Conas en Zulia, Wilexis en Caracas; Santanita en Lara, Wilmer el Bachiller en Yaracuy; las disidencias de las FARC y el ELN, que mantienen una libertad criminal en la frontera. Faltan centenares de pequeñas organizaciones que se están formando, hay mucho camino por andar en esta materia”, concluye.

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