Sombras del Mal. La condesa sangrienta

Una mujer tiene el título del asesino en serie más prolífico con más de 650 víctimas, una historia con dos caras

Qué pasaría si nos encontramos con un asesino que cuenta con poder y fortuna de su lado. Si un asesino es una de las personas más ricas de su país, quien prácticamente puede hacer lo que le venga en gana.

Esta es una historia así. Viene de la vieja Europa del siglo XVI. Conoceremos la vida de Elizabeth Báthory, nacida el 7 de agosto de 1560 en Hungría, en el seno de una de las familias más antiguas y adineradas de la siempre misteriosa Transilvania, y quien sería conocida como la Condesa Sangrienta. 

Elizabeth, o Erzsébeth, como también se le conocía, nació en el seno de una de las familias más poderosas de Hungría, su parentela cuenta con condes, príncipes, y entre ellos resalta su antepasado Vlad Tepes III, “El Empalador”, quien daría origen a la mundialmente famosa historia del vampiro Drácula.

Fue una niña inteligente, educada en asuntos de política, hablaba con fluidez cuatro idiomas. Se dice que sufrió de epilepsia, violentos cambios de humor y migrañas. A los diez años fue dada en compromiso al conde Francisco Nadásdy.

Eran tiempos muy diferentes a los actuales, la pequeña Erzsébeth vivió en una época violenta, en la que los niños eran testigos de ejecuciones públicas, peleas y duelos, una sociedad brutal que castigaba con terribles palizas cualquier error.

A los 13 años, se casó con un marido de 20 años, del matrimonio nacieron cuatro hijos. Su vida transcurrió con normalidad hasta que cumplió los 44 años, cuando ya era considerada una mujer anciana: enviudó y se desató su locura por la juventud eterna. 

Un día, mientras era peinada, una de sus criadas le haló el cabello. En respuesta la golpeó en la cara y le provocó una herida. La sangre de la joven le salpicó el rostro y la condesa creyó ver que su piel rejuvenecía donde la había tocado la sangre de la doncella.

Ordenó que la joven fuese degollada y con su sangre se bañó. Se sentía más joven, creía haber encontrado el secreto de la juventud y belleza eternas.

Así, con la colaboración de sus más cercanos servidores, comenzó una masacre que cobró la vida de más de 650 niñas y adolescentes vírgenes. Todas asesinadas por su sangre usada en rejuvenecedores baños.

Al principio solo mataban a mujeres del pueblo, pero su desgracia llegó cuando la condesa hizo caso omiso a la advertencia hecha por una vieja bruja y comenzó a asesinar muchachas nobles. Tras varias denuncias, la Corona ordenó investigar las muertes y comisionó a un enemigo de la condesa.

El comisionado informó haber encontrado cientos de cadáveres. La condesa y su servidumbre fueron enjuiciados, los empleados condenados a muerte y la condesa condenada a ser olvidada y encerrada. Su habitación fue empedrada y cuatro años más tarde fue encontrada muerta.

Otra historia cuenta que la condesa no fue una asesina, fue víctima de tramas palaciegas y condenada para quitarle su poder, los asesinatos serían una excusa utilizada por sus enemigos los Habsburgo y por el propio emperador, quien tenía una deuda con su familia, de esa manera toda la línea sucesoral fue eliminada.

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